05 octubre 2008

Yogures y caracolas



Cuando el envase era el mundo, los yogures se aliaron con las caracolas para probar cuantos sabores diversos eran posibles. Cuajo para todos, suero para todos, se acabó el hambre de amor gracias a una compilación de toxinas nunca antes observada.

El pasado 31 de febrero las autoridades de la República de Lactonia anunciaron el despido improcedente de todos los enamorados. Según fuentes oficiales, el grado de besos y abrazos era tal, que los habitantes que se amaban habían caído en una suerte de canibalismo. Desde entonces, el visado para entrar en la República de Lactonia exige, como requisito esencial y de condición incontestable, la llave-caracola. "Solo así", afirmó el presidente Coco Bífido, "se podrá alcanzar la verdadera explicación de por qué estamos sobre la faz de la tierra sin morir, sin matar de amor".

Alegato para el fomento de amor entre todas las especies del mundo.

2 comentarios:

Mmmmm dijo...

Nunca me han gustado los yogures, y menos de fresa. Prefiero construir castillos en las nubes de nata montada con flanes y abducirlos con cara de pez, gluuuuurp!

rayuela dijo...

Me encantaría que toda la gente pudiera morir de amor cada día, todos los días.


Oye... conoces al "gonzo journalism"? (Yo creo que sí, conoces, pero no me cuesta preguntarlo...)