25 mayo 2007

Viajes

“Estuve de erasmus y no parábamos de beber y de llevarnos a polacas a la habitación”, contaba orgullosamente un chico erasmus en Polonia. Pues nada más cerca de la realidad. De Erasmus se puede ir con dos objetivos claros: de vacaciones o a conocer. Da igual el país, lo importante es adentrarse sin ningún filtro, con disposición plena de conocimiento.

Desde el principio, muchas personas veían Lituania como un burdel del este: chicas fáciles, bebida barata y un sinfín de actividades que en la encarecida “Europa” no se podrían hacer jamás.

Aprovechando lo último, comenzó el primer viaje. Todo el Báltico (Letonia y Estonia) estaba conquistado por el conocimiento occidental y fue poco a poco como se descubrían los lugares. En Letonia se percibía mucho más la influencia rusa, pues existe una minoría de casi el 30% de la población.

"Que sí, que sí, vamos a la sauna”, insiste Pedro (otro erasmus español), “que no te vas a morir, hombre”. La sauna es común en los países de la franja norte de Europa. Cada persona permanece cierto tiempo en la sauna, constituida por piedras calientes y tablones de manera, y cuando llega al punto de deshidratación total, sale de la cabaña y se revuelca por la nieva. Ahora es final de verano y también época de setas, por lo que no hay nieve. Así que después de la sauna, la misión es ahora la recolecta. Un refrán letón dice “var eest visas seenes, bet dazhas var eest tikai vienreiz” [se pueden comer todas las setas, pero algunas de ellas solamente una vez].


Después del Báltico, la brújula se dirigió a buena parte de Suecia, pues con los vuelos baratos en menos de una hora se aterrizaba en Skavsta, un aeropuerto muy digno de IKEA.

Después del Báltico, la brújula se dirigió a buena parte de Suecia, pues con los vuelos baratos en menos de una hora se aterrizaba en Skavsta, un aeropuerto muy digno de IKEA. Estocolmo, Norrköping, Linköping y Örebro. En este último pueblo, una pareja va en bicicleta, se paran, inflan los neumáticos y se marchan. Estampa en el corazón de Suecia.

Posteriormente tocó el sur. Polonia y su historia fue una de las candidatas. Desde Varsovia de murallas, guetos y niños soldados hasta Gdansk y el movimiento Solidarnosc. El tren ronroneaba como nunca y se convirtió en el amante favorito.

Así, poco a poco, el viaje único del Erasmus llegaba a su fin. Sin embargo, aún quedaba Rusia. Y al preguntarle a la gente que ya había estado, su respuesta era: “Rusia es Rusia”.

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